12 de noviembre de 2020: Ciencias Naturales.
Jueves 12
de noviembre, nos corresponde animarnos a desarrollar actividades en el área de
Ciencias Naturales.
Lee con
atención la siguiente lectura:
Lui el desobediente.
Dicen que hace muchos años, en una ciudad de
Puerto Rico llamada Aibonito, vivía un matrimonio que tenía cinco hijos, dos
chicas y tres chicos.
La madre y las hijas se ganaban la vida
trabajando como limpiadoras en casas de gente rica así que su día a día
transcurría entre trapos, estropajos y lejía; mientras, el padre y los
hijos varones se dedicaban a cortar leña que luego vendían a los carpinteros de
la zona. Como ves, la familia al completo se esforzaba mucho para poder
llevar dinero al hogar y salir adelante.
Bueno, en realidad no todos arrimaban el
hombro porque el hijo más pequeño llamado Lui era un vago redomado. Odiaba
estudiar y hacía mucho tiempo que en la escuela no sabían nada de él. Tampoco
ayudaba a cortar leña porque le parecía una tarea de lo más aburrida. A sus
catorce años se pasaba el día holgazaneando sin hacer nada.
Lo peor de todo era que cuando le mandaban hacer
un simple recado se enfadaba y se ponía a protestar como un niño egoísta
incapaz de hacer un favor. Sus padres siempre se lamentaban de su
comportamiento y su mal carácter, pero lo cierto es que ya no sabían qué hacer
para hacerle entrar en razón.
Un día de verano, unos nubarrones negros
como el carbón aparecieron en el cielo. Se avecinaba una enorme tormenta y
la madre pensó que podría tener graves consecuencias. Para prevenirlas, le dijo
a su hijo pequeño.
– Lui, la tormenta
va a estallar de un momento a otro y ya sabes que puede producir un apagón. Lo
más probable es que nos quedemos sin luz. Por favor, ve a la tienda al otro
lado del río y compra cinco velas y una caja de cerillas por si acaso nos hacen
falta.
Lui, como era habitual en él, contestó de
muy malos modos a su dulce y paciente madre.
– ¡Qué rollo, mamá,
yo no quiero ir!
– ¡Venga, Lui, no
seas perezoso! Ahora el río está casi seco y no corres peligro, pero pronto
comenzará a llover y se llenará de agua. Si la tormenta es muy fuerte incluso
podría desbordarse e inundarlo todo ¡Debes irte cuanto antes!
– ¡Menudo fastidio
tener que cruzar el río ahora!
– Lui, no te lo
repito: ¡ponte el abrigo y vete ya!
Lui se levantó de la silla refunfuñando.
Salió de la casa y en ese momento empezó a llover con mucha fuerza.
– ¡Vaya, justo
ahora se pone a diluviar, qué asco de tiempo!
Caminó un buen rato y llegó al río. Su
enfado fue a más cuando vio que se había llenado de agua y la corriente era
bastante fuerte.
– ¡Estoy calado
hasta los huesos y encima tengo que meter las piernas en el agua helada!
El malhumorado joven no tenía otra opción y
comenzó a atravesarlo sin tan siquiera quitarse los zapatos. Total, estaba
empapado ya…
El agua le llegaba a la altura de las
rodillas y tenía que ir agarrándose a las ramas y las rocas que sobresalían en
la superficie.
– ¡Qué encargo tan
desagradable!… ¡Odio tener que hacer esto!
Había cruzado la mitad de río cuando sobre
su cabeza apareció un inmenso pajarraco negro que abrió las garras, lo sujetó
por la camisa y lo elevó por los aires como si fuera una presa de caza.
El muchacho, al verse colgado a muchos
metros de altura, comenzó a gritar aterrorizado.
– ¡Socorro!
¡Auxilio, que alguien me ayude! ¡Socorrooooo!
Una mujer que casualmente pasaba por allí
escuchó los alaridos, miró hacia arriba y vio a Lui colgado de las patas de un
ave gigantesca, bamboleándose como si fuera un muñeco de trapo.
La señora empezó a gritar como loca:
– ¡Eh, tú, pájaro
bribón, suelta al chico! ¡Suéltalo ya que se va a caer!
El pájaro se asustó al oír las voces, pegó
un respingo y sin darse cuenta abrió las garras.
¡El pobre Lui empezó a descender a una
velocidad vertiginosa! Durante unos segundos pensó que su vida había llegado al
final, pero justo antes de estamparse un milagro sucedió: en vez de caer al
suelo lo hizo sobre unas zarzas, lo más parecido que había por allí a un
colchón. El tortazo fue colosal y se hizo unos moretones de campeonato,
pero gracias a la fortuna de caer en blando logró salvar el pellejo.
La mujer, que lo había visto todo, fue a
pedir ayuda. A pesar del tremendo aguacero que estaba cayendo enseguida
acudieron varios vecinos del pueblo que, demostrando una gran solidaridad,
sacaron a Lui del matorral donde estaba enredado y lo llevaron a casa en
brazos.
Lui estaba muy dolorido, se encontraba
fatal. Su madre lo secó con una toalla, lo acostó con mucho cuidado en la cama,
desinfectó una a una las heridas de su cuerpo y al terminar le preparó un plato
de caldo calentito. Después, dejó que durmiera unas cuantas horas para
que poco a poco fuera recuperándose.
Cuando Lui se despertó, vio a su maravillosa
madre sentada sobre su cama, a su lado, acariciándole la mano con ternura.
– Mamá, gracias por
ser tan buena conmigo. Yo, en cambio, siempre he sido un gandul y un ingrato…
Me he portado fatal con vosotros y no os lo merecéis. A partir de ahora
seré un buen chico y os ayudaré en todo. Te lo prometo, mamá.
Su madre lo besó en la frente porque sabía
que lo decía con el corazón. Lui había aprendido la lección.
Escribe en tu cuaderno:
Lectura comprensiva.
Título:
.- ¿Por qué crees que Lui tenía
esa actitud con sus familiares?
.- ¿Por qué crees que Lui cambió
de actitud? ¿Qué le hizo ver que su actitud no era la más acertada?
.- Menciona los antivalores
presentes.
En días anteriores poníamos en práctica los
usos lingüísticos de cada región, las palabras o frases subrayadas en el texto
son un ejemplo de ello y tienes su propio significado, te invito a:
.- Selecciona 2 de ellas y escribe
que quieren decir.
Ahora visualiza el tema de hoy y desarrolla
con entusiasmo las actividades propuestas:
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