Jueves 5 de noviembre: Ciencias Naturales.
Lee con atención la lectura que a continuación se te
presenta y luego contesta las preguntas sugeridas:
Adaptación del cuento de Eduardo Zamacois.
Hubo una vez un rey poderoso y noble que se
preocupaba por la prosperidad de su reino y el bienestar de sus súbditos. Tenía
un único hijo heredero que era opuesto a él, pues se pasaba el día sin hacer
nada. El príncipe era un vago redomado y perezoso hasta decir basta. No le
interesaba la política, odiaba estudiar y tampoco se ocupaba de las
tareas que le encomendaban. Pasaba el tiempo holgazaneando y paseando por
el jardín, y nunca encontraba nada interesante que hacer.
A menudo
se aburría como una ostra y se quejaba de su situación.
– ¡Qué
pesadez esto de ser príncipe! Me encantaría ser mayor para convertirme en rey y
poder hacer lo que me diera la gana.
Así era su vida hasta que un buen día,
encontró una bobina de hilo de oro encima de su cama. La tomó entre sus manos
y, para su sorpresa, la bobina le habló.
– Soy una
bobina de hilo de oro y has de tratarme con mucho cuidado ¡No soy una bobina
cualquiera! ¿Ves este hilo? Representa tu vida, desde ahora hasta el fin. A
medida que va pasando tu vida, el hilo se va desenrollando.
El principito no salía de su asombro y
aunque algo asustado, siguió escuchando con atención.
– A
partir de ahora, podrás desenrollar el hilo a tu antojo. A medida que lo
hagas, tu vida irá pasando más rápido, pero ten en cuenta que no podrás volver
a enrollarlo. Con esto quiero decir que los días que hayas vivido no volverán,
jamás podrás regresar atrás en el tiempo.
El joven estaba confuso e intrigado ¿Sería
verdad lo que la bobina le estaba contando?… Decidió que tenía que comprobarlo
y tiró un poco del hilo. En la habitación había un gran espejo en el que solía
mirarse cada día. Se giró hacia él y vio que ya no era un adolescente, sino que
tenía unos cuantos años más.
Emocionado,
volvió a tirar del hilo y mirándose de nuevo en el espejo, se vio con treinta y
cinco años. Había ganado unos kilos, una espesa barba le cubría la cara y lucía
una corona de oro sobre la cabeza.
– ¡Es la
corona de mi padre! ¡Han pasado los años y ahora soy yo el rey! – gritó con
entusiasmo, abriendo los ojos como platos.
Su nerviosismo fue en aumento. Podía avanzar
en el tiempo cada vez que tiraba del hilo y hacer que la vida pasara mucho más
deprisa. Se acercó de nuevo a la bobina y reflexionó unos instantes.
– Ahora
soy un hombre adulto… ¡Y soy el nuevo rey! Me pregunto si dentro de unos años
tendré esposa e hijos, y si es así ¿cómo serán? ¿cuántos hijos tendré? ¡No
puedo aguantar la curiosidad!
Sin pensar las consecuencias, tomó el
extremo del hilo de oro y desenrolló un poco más el ovillo. De repente
aparecieron junto a él una preciosa joven con aires de reina y cuatro
chiquillos que comenzaron a corretear por la habitación.
–
¡Increíble! Mi mujer es bellísima y los niños son igualitos a mí. Me preocupa
que crezcan sanos y fuertes… Necesito saber qué será de ellos cuando sean
mayores.
Ansioso,
sus dedos tiraron del hilo y los años pasaron de golpe. Su mujer tenía el pelo
completamente blanco y sus hijos ya eran unos hombres hechos y derechos.
Fue entonces cuando cayó en la cuenta de su
error y se puso a temblar cuando el espejo le devolvió su reflejo. Ya no era un
joven, ni siquiera un hombre de mediana edad. Era un anciano, con la cara
cubierta de arrugas, las manos huesudas y la espalda encorvada. Cada vez que
había tirado del hilo, su vida había dado un salto hacia adelante, tal y como
le había advertido la bobina.
Le invadió una enorme angustia. Con
lágrimas en los ojos vio que en ella quedaba muy poco hilo, pues su vida estaba
llegando a su fin. La agarró con desesperación y quiso enrollar el hilo
de nuevo, pero fue en vano. No había ninguna posibilidad de
regresar a la hermosa juventud que había desperdiciado. Completamente abatido,
escuchó la suave voz de la bobina.
– Tú lo
has querido. Tenías una vida llena de lujos y oportunidades para aprender. No
te faltaba de nada, pero tú no hacías más que quejarte. Te avisé que si tirabas
del hilo para avanzar en el tiempo no podrías volver atrás, pero la impaciencia
y el deseo de vivir sin hacer nada de provecho se han vuelto contra ti.
El viejo
rey se derrumbó. Cabizbajo y arrastrando los pies, salió al jardín para vivir
el escaso tiempo que le quedaba.
Escribe
en tu cuaderno:
Lectura
Comprensiva.
Título:
.-
¿Qué cualidad humana tenía la bobina?
.-
¿Qué hacía el rey para que pasara el tiempo rápido?
.-
Escribe otro final a la historia…
Visualiza el tema de hoy y diviértete creando
y recreando…
Muestra tu creatividad en la maqueta.
En tu cuaderno también:
Comentarios
Publicar un comentario